El Castillo de Beckov es uno de los más importantes de la historia de Eslovaquia. Se encuentra situado a orillas del río Váh sobre un peñasco muy alto pero con difícil acceso, el cual, cabe destacar cuidaba un paso del río.
En la actualidad, del original castillo sólo quedan sus ruinas, sin embargo, aun sigue siendo uno de los más atractivos del país, puesto que conserva aun una serie de habitaciones que desde sus murallas aportan unas espectaculares vistas a los alrededores.
La historia del castillo gira en torno también a una atrapante leyenda que invita a los turistas a conocerla. Pues entre los siglos XIV y XV, este perteneció a Stibor de Stiboric, un caballero polaco y hombre de confianza del rey Sigismundo de Luxemburgo, quien poseía además 15 castillos, aunque eligió precisamente éste como su hogar principal.
En el siglo XVII el castillo comenzó a pertenecer a la familia Bánffy, quienes se encargaron de renovarlo utilizando diseños de artistas italianos.
El castillo puede ser visitado desde los meses de mayo a octubre, debido a que pertenece al museo de historia de Trenčín.
La leyenda del castillo de Beckov es una fabulosa historia que los visitantes deben conocer. A continuación, daremos lugar a las dos más importantes que posee.
El bufón Becko
Cuenta la leyenda que Stibor tenía un bufón que sabía divertirlo con gran inteligencia. Después de una cacería que había organizado fue tanta la destreza con la que el bufón divirtió a su señor y a sus invitados que éste le dijo: Pídeme lo que quieras, el bufón viendo el peñasco cercano le dijo: Quisiera un castillo sobre ese peñasco. Todos los invitados quedaron callados pero Stibor por no quedar mal prometió construir el castillo y lo cumplió, pero al ver la belleza del mismo lo compró del bufón pagándole una gran suma de oro. El castillo conserva el nombre del bufón: Beckov quiere decir “de Becko”.
Dentro de un año y un día
El dueño del castillo de Beckov, el caballero polaco Stibor de Stiboric era un aficionado cazador. En una ocasión durante una fiesta que ofrecía en su castillo, sus perros atacaron a los hijos de un sirviente. El sirviente para defender a sus hijos tomo una rama y golpeó con fuerza a los perros. El perro preferido de Stibor quedó herido. Cuando Stibor se enteró del hecho hizo traer al sirviente y sin escuchar ninguna objeción lo hizo tirar desde lo alto del peñasco en el cual se encontraba su castillo. El sirviente antes de caer llegó a gritar: Nos encontraremos dentro de un año y un día.
El tiempo pasó y Stibor se había olvidado del hecho. Un día caminando por los alrededores del castillo fue mordido por una serpiente, fue tanto el dolor que quedó enceguecido y tropezó. Cayendo exactamente desde el lugar donde hacía un año y un día había hecho arrojar a su sirviente.
Vía: Eslovaquia.sk
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