En Eslovaquia, la ciudad de Bratislava, ciertamente se lleva todas las miradas de viajeros de todo el mundo. Pues esta maravillosa ciudad parece reunir las condiciones necesarias para llamar la atención de todos los turistas, cautivándolos con sus cientos de lugares turísticos, históricos y maravillas naturales.
En este sentido, las recomendaciones especiales para tener en cuenta en vuestro paseo por Bratislava son, en primer lugar, un paseo por el centro histórico En la plaza Hlavne Namestie, ante el maravilloso palacio Kutscherfeld donde se apoya en un banco la estatua de un soldado napoleónico. Es la forma un tanto irónica que tienen los eslovacos de recordar que los franceses dispararon contra la ciudad para forzarla a abrir sus puertas.
El recorrido lleva por el callejón de la iglesia, junto al Monasterio de los Franciscanos, hasta desembocar en la plaza Primatiale. Ahí encontramos el antiguo Palacio Episcopal, convertido en Ayuntamiento de la ciudad, que guarda la célebre Sala de los Espejos, donde se firmó la Paz de Pressburg entre Francia y Austria, tres semanas después de la victoria francesa en Austerlitz.
Obligada es también una parada en el Museo de la Ciudad, donde se descubre la historia de una urbe y de los pueblos que la habitaron (alemanes, húngaros, eslovacos y checos, con una gran comunidad judía, casi exterminada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial).
Desde Poprad, el panorama de los Tatras, al norte, sobrecoge. Los Tatras, puntas rocosas, desafíos de los escaladores, cimas separadas por valles en cuyos fondos se forman lagos cristalinos, son, a pesar de su relativa altura, una de las cordilleras más arriesgadas para los alpinistas, debido a la dificultad de su ascenso y al duro clima.
Los Tatras se internan en Polonia y en sus bosques viven osos en libertad, compartiendo hábitat con pastores que cuidan de sus rebaños de ovejas. Una naturaleza salvaje que, al igual que este país, ha permanecido oculta por demasiado tiempo.