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El Castillo de Orava, en eslovaco conocido como “Oravský hrad” es uno de las construcciones más grandes de la maravillosa Eslovaquia y en él se construyeron los primeros museos del país. Que en la actualidad conserva las mejores exposiciones de historia, etnografía y ciencias naturales.

El museo, además de las maravillas que conserva en él, es interesante por el recorrido artístico en cuanto a la arquitectura que posee, pues con razón de que luego de su construcción se encontró desde el siglo XIII hasta el siglo XX en permanente estado de restauración y ampliación, tiene distintos estilos arquitectónicos desde el romántico, el gótico, renacentista y barroco.

De esta manera, el lugar en donde fue edificado el castillo se encuentra habitado desde sus inicios en la prehistoria, y en el año 1298 fue propiedad de Matuš Čak Trenčiansky. Luego, en el siglo XIV perteneció al rey Carlos Roberto y posteriormente a distintos señores feudales.

En la actualidad, la exposición etnográfica del museo presenta vestidos típicos de la región de Orava. Y como atrayente principal para los turistas, invita a descubrir la increíble leyenda que sus pasillos conserva.

“Leyenda del castillo de Orava

Cuenta la leyenda que un tal Marek llegó a Orava y vio el impresionante peñasco sobre el río donde está en la actualidad el castillo de Orava y dijo: así me tenga que ayudar el mismísimo diablo, yo construiré un castillo en la cima de este peñasco.

No había terminado de hablar y junto a él se apareció el diablo y le ofreció su ayuda para cumplir su sueño. La ayuda no era gratis, como todo buen diablo buscaba la oportunidad de conseguir una nueva alma.

Marek se asustó un poco pero al final propuso que si le construía un castillo en el punto más alto con enormes habitaciones en 7 días y en 7 noches podría llevarse su alma en 77 años.

El diablo aceptó y se puso a trabajar con ahínco. Llevaba el material desde muy lejos y tenía que poner cuidado en que no se le cayera al río ya que el lugar del castillo es bastante difícil de alcanzar.
Al ver el avance de las obras Marek se asustó, no quería ir al infierno. Rezó y pidió ayuda a Dios.

El diablo siguió trabajando y ya se alegraba de la nueva alma conquistada. La última noche ya sólo le faltaban pequeñeces por terminar y aparte debía llevar una gran roca. La roca era muy pesada y la llevaba con mucho cuidado. Cuando ya estaba casi por llegar escuchó el canto del gallo. Era la mañana del octavo día. En su enojo tiró la roca al río. Hasta el día de hoy ahí se encuentra y la gente la llama la roca de Marek.”

Imagen: Taringa

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